NOTICIAS DE ASTRONOMÍA {4}

Actualizado a 07/05/2013

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El Sol registra tres erupciones colosales en 24 horas.

El PAIS.- El Sol registró la pasada medianoche una tercera erupción colosal en menos de 24 horas como parte de la tormenta solar más poderosa en lo que va de año, ha informado este martes el Centro de Pronóstico Meteorológico Espacial.
La tercera erupción culminó a las 01.11 (GMT) del martes y emitió una llamarada solar del tipo X3.2, una de las más fuertes que puede lanzar la estrella, según los astrónomos.
Las otras dos erupciones ocurrieron de la noche del domingo al lunes, y ese mismo día, todas originadas en una mancha muy activa situada en el lado izquierdo de la cara del Sol opuesta a la Tierra.
"Evidentemente una región extraordinariamente activa se aproxima a la cara visible (del Sol)", agrega la nota divulgada este martes en el portal de la agencia conocida por su sigla en inglés SWPC.
Dos de las tres llamaradas solares recientes se han relacionado con explosiones gigantescas, llamadas eyecciones de masa coronal, que lanzaron al espacio material a muy alta temperatura y a millones de kilómetros por hora.
La mancha solar donde ocurren estas erupciones todavía no encara la Tierra, y los fenómenos fueron captados en cámara por el Observatorio de Dinámica Solar de la agencia espacial estadounidense NASA.
Cuando estas erupciones ocurren en la dirección de la Tierra, las tormentas solares de clase X pueden ser peligrosas para los astronautas y los satélites en órbita, e interfieren con las comunicaciones y las señales de geoposicionamiento satelital en tierra.
También pueden causar fenómenos lumínicos en el cielo terrestre cuando las partículas solares bombardean la atmósfera.
Los científicos han dado recientemente a la mancha solar activa la designación de AR1748, y es una de las nueve manchas solares activas numeradas y visibles en la superficie del Sol.

Erupciones colosales

El Sol registra tres erupciones colosales en 24 horas / NASA/SDO/ESA/SOHO.

Un astronauta recibiría al ir a Marte toda la dosis de radiación de su carrera


Los organismos vivos en la Tierra están protegidos frente a los rayos cósmicos y a la radiación solar más peligrosa por el campo magnético del planeta y la atmósfera. Pero cuando un astronauta sale al espacio fuera de ese escudo, está expuesto a la perniciosa radiación. Es algo con lo que tienen que contar quienes viajen a Marte, por ejemplo, y los ingenieros tendrán que diseñar escudos protectores para reducir ese riesgo. Ahora, gracias al robot Curiosity, unos científicos han hecho estimaciones precisas de las dosis de radiación de un viaje al planeta rojo. Su conclusión es que, con las tecnologías actuales, un astronauta recibiría en una misión a Marte casi el nivel máximo de radiación acumulada admisible para toda su carrera, nivel que le expondría a un riesgo del 5% de padecer cáncer (la NASA reduce el umbral de radiación al 3% para sus astronautas).

asteroide

Mapa global de Marte. / S. LEE (UNIVERSITY OF COLORADO), J. BELL (CORNELL UNIVERSITY), M. WOLFF (NASA)

El Curiosity lleva un apantallamiento frente a esa radiación similar al de la Estación Espacial Internacional (ISS), mientras que era mucho más ligero en los vehículos del programa Apolo en los que los astronautas viajaron a la Luna. Pero aun así, si una persona hubiera viajado dentro de la cápsula MSL en la que iba el Curiosity, habría recibido una dosis de radiación acumulada equivalente a hacerse un escáner por tomografía computerizada de todo el cuerpo cada cinco o seis días.
"Es fundamental conocer el entorno de radiación dentro de una nave en la que viajen seres humanos a Marte o a cualquier otro destino en el espacio profundo", afirma Cary Zeitlin (Instituto de Investigación Southwest, EEUU), líder de la investigación, que se presenta en Science. Los científicos han medido, con el detector RAD, instalado en el Curiosity, la radiación dentro de la cápsula durante los 253 días de viaje en los que recorrió 560 millones de kilómetros hasta Marte. Los datos del RAD (Radiation Assessment Detector) ya en el suelo marciano aún no han sido procesados, advierten los científicos.
El riesgo para los astronautas fuera del campo magnético terrestre se debe tanto a los rayos cósmicos (en su mayor parte protones, pero también iones pesados que causan mayores daños biológicos) como a las erupciones ocasionales del Sol, que lanzan al espacio ingentes cantidades de partículas cargadas. Los científicos han observado con su detector a bordo del Curiosity cinco erupciones solares, pero en general consideran que el viaje a Marte de esta sonda (desde 26 de noviembre de 2011 hasta el 6 de agosto de 2012) fue relativamente tranquilo en cuanto a actividad solar, pese a que se esperaba una fase máxima de actividad de la estrella. Además, ante esa radiación, el apantallamiento estándar de la nave en que viajaba el robot era bastante efectivo.
Otra cosa son los rayos cósmicos, especialmente los de alta energía. "Una nave con seres humanos a bordo viajando por el espacio profundo necesitaría un refugio para que los astronautas se protegieran durante las tormentas solares", explica Zeitlin. "Pero los rayos cósmicos galácticos son mucho más difíciles de parar e incluso un refugio de aluminio de 30 centímetros de espesor no cambiaría mucho la dosis que recibirían los astronautas".
La conclusión de estos investigadores es que, con los actuales sistemas de propulsión para el viaje a Marte (la NASA estima que serían 180 días de ida y otros tantos de regreso), los astronautas recibirían 0,66 Sievert de radiación sumando el tiempo de trayecto de ida y el de regreso, mientras que el estándar de las agencias espaciales sitúa en un Sievert el máximo de exposición a la que puede estar sometido un astronauta en toda su carrera. Y a esos 0,662 Sievert habrá que sumar la radiación, que será considerable, del tiempo que los astronautas permaneciesen en el suelo del planeta rojo, aunque sus habitáculos tuvieran escudos protectores. Dicha estancia de la tripulación en el planeta vecino rondaría los 500 días, según algunos escenarios de misión considerados por la agencia espacial estadounidense.

Un asteroide con luna propia pasa relativamente cerca de la Tierra

El asteroide cuya trayectoria ha registrado esta noche la máxima aproximación a la Tierra (a 5,8 millones de kilómetros) tiene una luna propia que lo acompaña. El cuerpo principal se llama 1998 QE2 y mide aproximadamente 2,7 kilómetros de diámetro, cumpliendo un giro completo sobre su eje en menos de cuatro horas. Los astrónomos han observado en su superficie varias zonas oscuras que deben ser grandes concavidades. El satélite, sin embargo, mide solo unos 600 metros. No es tan extraño en el cielo este andar juntos de varios cuerpos ya que, se estima que aproximadamente el 16% de todos los asteroides de 200 metros o más forman parte de sistemas binarios o triples. Pero este ofrece una buena oportunidad a los investigadores que están siguiéndolo ahora que pasa relativamente cerca. Relativamente, porque los 5,8 millones de kilómetros de máxima aproximación a la Tierra (a las 22.59 hora peninsular del viernes) son más de 15 veces la distancia de la Tierra a la Luna, pero no volverá a pasar tan cerca al menos hasta dentro de un par de siglos, según informa la NASA.

Soyuz

Imágenes tomadas con radar del asteroide 1998 QE2 a unos seis millones de kilómetros, con su pequeña luna (la mancha brillante).


Un asteroide de ese tamaño colisiona con la Tierra cada millón de años, como media, y su efecto es devastador por su influencia en el clima del planeta y por su capacidad de destrucción masiva en un territorio del tamaño de México. Con este no hay riesgo, pasa lejos.
El asteroide fue descubierto, en 1998, por especialistas del Instituto de Tecnología de Massachusetts y ahora los expertos de la NASA han logrado observarlo con radar, en concreto con la antena de 70 metros de diámetro de la Red de Espacio Profundo de la NASA en Goldstone (California). Durante toda la semana próxima se seguirá el asteroide con esa antena y con el gran radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico. Con las observaciones continuadas, los científicos pueden obtener datos precisos sobre el tamaño del objeto, su forma, su rotación y algunas características de su superficie. Además, los seguimientos de los asteroides ayudan a precisar los cálculos de órbita, lo que es esencial para las actividades de protección del planeta frente al riesgo de impacto de objetos celestes.
Las imágenes de 1998 QE2 obtenidas con la antena de 70 metros tienen, de momento, una resolución de 75 metros por pixel.

Cómo el satélite Fermi escapó a una colisión con una reliquia de la Guerra Fría


Los satélites fuera de servicio pero que siguen en órbita, pueden ser una amenaza para cualquier nave espacial que se cruce con ellos. Sin posibilidad de maniobrar, los satélites muertos son como kamikazes, o como balas moviéndose a una velocidad muy superior a las disparadas en la Tierra y también con un peso muchísimo mayor que las de aquí abajo.
El Telescopio Espacial Fermi de rayos gamma, de la NASA, está pensado para observar el cosmos, no para esquivar a otros vehículos como sí sería típico en un avión caza eludiendo a un avión enemigo al tiempo que su piloto intenta tenerle a tiro. Sin embargo, el Fermi, como la NASA ha rememorado recientemente, se topó hace un año con una situación que le exigió hacer una maniobra evasiva.
Todo empezó cuando Julie McEnery, científica del equipo del Telescopio Espacial Fermi de rayos gamma, de la NASA, recibió un aviso que indicaba que el Fermi estaba a tan sólo una semana de tener un inusual encuentro cercano con el Cosmos 1805, un difunto satélite espía de la época de la Guerra Fría. Este satélite espía pasaría peligrosamente cerca del Fermi. Se calculaba que los dos objetos, viajando alrededor de la Tierra a miles de kilómetros por hora en órbitas casi perpendiculares, se evitaran por apenas 213 metros (700 pies). Todo apuntaba a que ambas naves espaciales ocuparían el mismo punto en el espacio con 30 milisegundos de diferencia una con respecto de la otra.
Estaba claro que el Fermi tenía que hacer una maniobra evasiva. Pero no es tan fácil como hacerlo y asunto arreglado. En la historia de la astronáutica, el personal de los centros de control de vuelo de naves espaciales ha aprendido del modo más duro que tampoco se puede hacer caso al pie de la letra a una predicción de colisión. Los márgenes de incertidumbre en las predicciones de las posiciones de naves espaciales con una semana de antelación pueden ser mucho más grandes que la propia distancia pronosticada para el momento de máxima cercanía. Dicho de otro modo, hacer una maniobra para esquivar al Cosmos 1805 no garantizaba evitar la colisión; e incluso, paradójicamente, podía provocarla.
Por otro lado, no hacer nada también es peligroso. Los encuentros cercanos pueden acabar mal, porque la distancia de seguridad no es inamovible.
Esto se demostró dramáticamente el 10 de febrero de 2009, cuando según un estudio, el Cosmos 2251, un satélite de comunicaciones ruso muerto, pasaría a unos 580 metros (unos 1.900 pies) del satélite de comunicaciones Iridium 33 (en funcionamiento por aquel entonces). A la hora prevista de aproximación, se perdió todo contacto con el Iridium 33. El radar reveló nubes de escombros viajando a lo largo de las órbitas de los dos satélites, lo que confirmó la colisión entre ambos.
El accidente generó miles de pedazos lo suficientemente grandes como para ser rastreados, y muchos trocitos pequeños que no se pueden detectar. Muchos de esos restos siguen siendo un peligro para las naves espaciales en funcionamiento, ya que aproximadamente sólo el 20 por ciento de los fragmentos rastreables han hecho su reentrada a la atmósfera.
Con una velocidad relativa hacia el Fermi de unos 43.000 kilómetros por hora (27.000 millas por hora), un impacto directo del Cosmos 1805, de 1.406 kilogramos (3.100 libras), liberaría tanta energía como dos toneladas y media de explosivos de alta potencia, destruyendo ambas naves.
A pesar del aparente hacinamiento de objetos en la órbita terrestre, por lo general hay una gran cantidad de espacio vacío entre cada objeto y el más cercano. Las aproximaciones entre fragmentos de naves, fases de cohetes y cargas activas continúan siendo eventos poco frecuentes. Por otra parte, sólo algunos de los posibles acercamientos que son identificados alrededor de una semana antes que cuando podrían ocurrir, llegan a materializarse.
"Es similar al pronóstico de lluvia en un momento y lugar específico con una semana de anticipación", explica Eric Stoneking, del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, ingeniero jefe de control de posición del Fermi. "A medida que se acerca la fecha, las incertidumbres de la predicción decrecen y la previsión inicial puede cambiar drásticamente".
En dos ocasiones anteriores, el equipo del Fermi había sido alertado de posibles encuentros cercanos, y en ambas ocasiones las amenazas se evaporaron sin tener que hacer nada. Era posible que el encuentro de Cosmos 1805 se desvaneciera también, y que el Fermi pudiera continuar con sus observaciones astronómicas sin tener que interrumpirlas.
Pero la actualización del día siguiente no disipó en absoluto la amenaza.
"Estaba claro que teníamos que estar listos para sacar al Fermi fuera del camino y fue entonces cuando avisé a nuestro equipo de Dinámica de Vuelo", recuerda McEnery.
La única manera de lograr ese cambio crucial de trayectoria era recurriendo al encendido temporal de los propulsores diseñados originalmente para asegurar que el Fermi no representase una amenaza para otros satélites cuando terminase su vida útil. Pensados para su uso cuando el Fermi dejara de estar en servicio, los propulsores fueron diseñados para sacarlo de la órbita y empujarlo hacia la atmósfera terrestre, en la que se quemaría y desharía.
Debido a que un fallo de este sistema de propulsores, como por ejemplo una fuga de propergol o una explosión, podría haber terminado prematuramente la misión del Fermi, dichos propulsores nunca habían sido probados, lo que agregaba una nueva fuente de ansiedad para McEnery y sus colegas. Los propulsores deberían funcionar a la perfección en su primer uso, y además para hacer algo que no se había contemplado en su diseño.
Se calculó cuán grande debería ser el empuje a darle al Fermi para que esquivase la amenaza. Trabajando con especialistas de la base Vandenberg, que la Fuerza Aérea estadounidense (USAF) tiene en California, los científicos de la NASA también comprobaron que la nueva órbita proyectada no pusiera al Fermi en curso de un encuentro cercano con otro objeto.


El riesgo de colisión entre ambos satélites era muy alto. (Imagen: Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA)

El día antes de la fecha del encuentro, la amenaza aún no había desaparecido, y en consecuencia todos los planes estaban activos para encender los propulsores del Fermi. Poco después del mediodía, horario EDT, la nave dejó de escrutar el firmamento y se orientó a lo largo de la dirección de su marcha. Luego aseguró sus paneles solares y retrajo su antena de alta ganancia para protegerlos de los gases de escape de los propulsores.
La maniobra, que fue ejecutada por la propia nave, sobre la base de los procedimientos desarrollados por el equipo técnico mucho tiempo atrás, consistió en disparar todos los propulsores durante un segundo. "Había mucho suspense y tensión, pero una vez que terminó la maniobra, suspiramos con alivio al ver que todo había salido bien", explica Stoneking.
Una hora después, Fermi ya estaba de nuevo haciendo su trabajo científico. Varias horas más tarde, los diferentes equipos se reunieron para evaluar los resultados de la maniobra y determinar si se necesitaría otra. Se confirmó que el pronóstico era bueno.
Cuando las dos naves llegaron a su encuentro cercano al día siguiente, la mayor aproximación entre ambas fue de más de 9 kilómetros (unas 6 millas). La maniobra de evasión del Fermi había logrado que el telescopio espacial eludiera a la amenazante reliquia de la Guerra Fría. El alivio invadió a los científicos tras una semana de máxima tensión.


El Observatorio Gemini observa al cometa ISON encaminado hacia un destino incierto con el Sol

Una nueva serie de imágenes del observatorio Gemini muestra el cometa C/2012 S1 (ISON) acelerando hacia un encuentro incómodamente cercano con el Sol. A finales de noviembre el cometa podría mostrar un asombroso espectáculo en el cielo del anochecer y permanecer fácilmente visible, o incluso brillante, a principios de diciembre de este año.




Imágenes del cometa ISON obtuvieron usando el Espectrógrafo Multi Objeto de Gemini en Gemini Norte el 4 de febrero, 4 de marzo, 3 de abril y 4 de mayo, 2013 (izquierda a derecha, respectivamente; Comet ISON en el centro de todas las imágenes).

La secuencia temporal de imágenes, que va desde febrero a mayo de 2013, muestra la notable actividad del cometa, a pesar de su actual distancia al Sol y la Tierra. La información recabada de las series proporciona pistas vitales sobre el comportamiento global del cometa y su potencial para presentar un gran espectáculo. Sin embargo, nadie sabe si el cometa tiene "lo necesario" para sobrevivir a su roce extremadamente cercano con el Sol a finales de noviembre, y convertirse en un espectáculo al principio de la mañana de la Tierra a principios de diciembre de 2013.
Las imágenes muestran al cometa con una envoltura parabólica bien definida en dirección al Sol, que acaba en una corta y regordeta cola apuntando en dirección contraria al Sol. Estas formaciones se producen cuando gas y polvo escapan del núcleo helado del cometa y rodean ese cuerpo principal para formar una atmósfera relativamente extensa llamada coma. El viento solar y la presión de radiación empujan el material de la coma, alejándolo del Sol para formar la cola del cometa, que vemos aquí con un poco de ángulo (de ahí su apariencia regordeta).


 

Asteroide gigantesco se aproxima a la Tierra

WASHINGTON, ESTADOS UNIDOS (30/MAY/2013).- Un asteroide cinco veces más grande que el transatlántico Queen Elizabeth se aproxima velozmente a la Tierra y mañana, viernes, pasará a apenas cinco millones 800 mil kilómetros, informó hoy la agencia espacial estadounidense NASA. El objeto espacial, designado como 1998 QE por los científicos "será un blanco espectacular para el radar y esperamos obtener una serie de imágenes de alta resolución que podrían revelar mucho sobre las características de su superficie", indicó el radioastrónomo Lance Benner, investigador principal del radar Goldstone en Pasadena, California. El interés del público y la avidez de los astrónomos se avivaron recientemente tras la caída, en febrero, de un meteorito en Rusia cuyo impacto liberó una energía que la Academia Rusa de Ciencias calculó en unos 500 kilotones.
El programa Lincoln de Investigación de Asteroides Cercanos a la tierra, del Instituto Tecnológico de Masschusets en Socorro, Nuevo México, descubrió el asteroide el 19 de agosto de 1998.

La idea es que hay que encontrar a los asteroides, antes de que sean ellos los que nos encuentren. ARCHIVO

Los científicos calculan que el meteorito de Chelyabinsk medía unos 15 metros de diámetro y pesaba unas 10 mil toneladas.
El 1998 QE2 mide, según los cálculos de los investigadores, casi 2.7 kilómetros de ancho.
En su trayectoria actual el 1998 QE2 pasará a la hora 20.59 GMT por su punto más próximo a la Tierra -una distancia equivalente a quince viajes entre la Luna y el planeta- y no volverá a acercarse al hogar de los humanos hasta dentro de unos doscientos años.
Aun en el momento en que esté más cerca de la Tierra el 1998 QE2 no podrá verse a simple vista o con binoculares. Se espera que su brillo visual máximo sea de magnitud 11, lo cual lo pondría en el área de telescopios mayores.
La magnitud es el grado de brillo de una estrella según la vista humana, siendo las más brillantes clasificadas como magnitud 1. A simple vista y bajo condiciones óptimas el ojo humano puede ver estrellas hasta de la magnitud 6.
Estados Unidos tiene el programa mejor dotado del planeta para la detección y censo de objetos en las regiones próximas a la Tierra y hasta ahora ha descubierto alrededor del 98 por ciento de esos cuerpos conocidos.
Entre los participantes de la tertulia cibernética se cuentan el exastronauta Ed Lu, quien encabeza la fundación B612 que procura construir un telescopio espacial para la observación de asteroides, y Peter Diamandis, co fundador de Recursos Planetarios, una firma que aspira a explotar los minerales de los asteroides.
"Siempre que un asteroide se aproxima tanto (a la Tierra) proporciona una importante oportunidad científica para su estudio en detalle y para comprender su tamaño, forma, rotación, rasgos superficiales y cualquier otra cosa que podamos aprender sobre su origen", señaló Benner en un mensaje en el portal de su laboratorio.
"También usaremos nuevas mediciones por radar de la distancia y velocidad del asteroide a fin de mejorar nuestros cálculos de su órbita y para computar su movimiento en el futuro", continuó.
El asesor de política espacial de la Casa Blanca, Phil Larson, dijo a la cadena NBC News de televisión que "debemos encontrar a los asteroides antes de que ellos nos encuentren".
"En el proceso aprendemos más sobre los secretos del sistema solar y otras oportunidades que presentan las rocas espaciales", añadió.
El programa espacial de Estados Unidos incluye el envío de astronautas que "capturen" un asteroide hacia el año 2020.

 

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